En construcción
Creo que se tocaron lus manos. Y un brazo o el hombro
tal vez. Suelo imaginar más que lo que veo.
Se deben de haber dicho, no obstante, esas cosas comunes
y triviales de todos: Hola, Borges; Qué dice, Sábato...
Mi obligación de testigo es registrar las palabras
exactas. Pero ese momento cualquiera puede haberlo soñado siempre
(cualquier escritor, cualquier artista) y es mejor hacer compartir las
sensaciones, no las palabras.
Sé que venian por el pasillo de la casa, tomados
del brazo, lentamente. El bastón era un péndulo en las manos
de Borges.
Entreví dos sombras y detrás a dos hombres
y, dentro de las sombras y los hombres, entreví el amor y la muerte,
la lucha y el arte, es decir: la vida.
No me importó que apenas me saludaran (puedo
soportar la idea de que por ese rato, de haberme ido, no se hubiesen dado
cuenta).
La cinta empezó a girar.